Los sábados en la mañana este mercado se llena de comerciantes formales e informales ofreciendo en su mayoría verduras frescas, hortalizas, granos, café, pasteles de guiso y otros comestibles
Su mente lucida, llena de fuego. Jornada tras jornada se curte su experiencia y sus manos se pueblan de cayos, sobre su frente el sudor moja las horas y en su espalda el sol escarne la piel. Sus piernas se siembran en la tierra Y, paso a paso, la semilla es injerta en el oscuro valle del surco. Así se siembra en mi tierra, torso desnudo, pies descalzos, sombrero de paja que esconde la cara. Parado, con la mano, limpia su frente y observa vehemente su campo. Lo ama. Lo ve repleto de frutos silvestres y se hincha su pecho como en la espiga el grano. Al cielo azul alza sus ojos, y reza una oración campesina y sin adornos para que Dios que también cultiva pero no en campos sino en gente, le envíe la lluvia a sus retoños