Esta foto la tomé allá por el año 2006, en la avenida Los Leones, muy cerca del Hospital de Boconó. Recuerdo que aquella mañana el clima tenía ese gris suave típico del valle, como si la luz quisiera quedarse dormida entre los árboles.
El Jeep que aparece en la imagen era de Mauricio —su apellido se me escapa, pero su entusiasmo no—. Él estaba decidido a vender su rústico y me pidió que le hiciera unas fotos para enseñarlo. Acepté encantado, porque en esos años fotografiar cualquier rincón del pueblo formaba parte de mi día a día. Casi sin darme cuenta, fui armando un pequeño archivo que hoy es un puente hacia ese Boconó que aún llevo conmigo.
Ver este Jeep estacionado en la avenida me trae recuerdos de esa época en la que estos vehículos eran parte del paisaje: motores firmes, ruedas gruesas, techos cargados con maletas o herramientas, y siempre listos para enfrentar una subida de montaña o un camino de tierra. Eran casi un símbolo de quienes vivíamos entre cerros y neblinas.
Cada foto como esta tiene su propia historia, y al mirarla ahora, siento que estoy allí otra vez: escuchando el murmullo de los árboles, el eco lejano de un motor, y el paso tranquilo de la vida en Boconó.

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